Ahora recuerdo. Una
tarde el mar estaba en mi habitación. La marea aun baja. Hombres a la deriva,
empeñados en nadar hasta la única tabla de salvación, un madero podrido en el
que me asía fuertemente para no descender a los infiernos. Los hombres peleaban
un lugar en el metro y medio de larguero. Mi corazón indecente no quiso
echarles la mano. –Ora, perros, a nadar– grité. El azar llevó un tifón embravecido
para sacudirme del madero como un toro bronco al jinete. Cuando una ola cambió
mi posición. Estaba nadando en aguas profundas. Los hombres dieron unas fuertes
brazadas y llegaron al madero. –¿Quién es el perro?– Dijo uno. Mis piernas
flotaban entre la densidad marina de la habitación. Una lámpara de mesa pasó
flotando a un a lado. Si no muero ahogado, muero electrocutado. Llené mis
pulmones hasta el máximo para luego sumergirme al fondo gris. Abrí los ojos. Mi
cama, estaba tendida. El closet cerrado. No había otra cosa que flotara. Perdí el
minuto de oxígeno haciendo malabares para hundirme bajo el agua. Regresé a la
superficie. Un sol entraba por las ventanas. Los cadáveres de mis oponentes los
hallé flotando de “muertito” entre la marea de aguas vivas. Llegué hasta una
isla, cerca del sofá cama, y estiré todos mis músculos para rendirme en un
sueño donde me veo escribir en piyama los rastros de un naufragio interior.
Existen tres nombres en el ámbito local de la producción audiovisual que no hay que perder de vista. Amat Escalante, Arturo Chango Pons y Rolando Briseño. A ellos los une, en principio, el placer estético por las imágenes, el acto íntimo de narrar con el lenguaje audiovisual, pero también los une la indiferencia y el abandono de las instituciones del gobierno estatal. El último proyecto de Pons era “la brújula la lleva el muerto”, un largometraje que promete, pero que no se ha logrado gracias a los nulos apoyos a producciones mexicanas y los nulos apoyos a los proyectos locales. Paradojal. El estado de Guanajuato mantiene una dirección de filmaciones que sirve para... ¡Hacer un festival A.C! El Chango es uno de esos directores de cine que indagan en lo oscuro, que en su búsqueda constante plasman elementos políticamente incorrectos y ricos en expresiones artísticas. Amat Escalante se arrojó a Cannes en 2005 con la película “Sangre”, sin apoyo de gobierno alguno lo que le dejó un premio...