cineastas
Existen tres nombres en el ámbito local de la producción audiovisual que no hay que perder de vista. Amat Escalante, Arturo Chango Pons y Rolando Briseño. A ellos los une, en principio, el placer estético por las imágenes, el acto íntimo de narrar con el lenguaje audiovisual, pero también los une la indiferencia y el abandono de las instituciones del gobierno estatal.
El último proyecto de Pons era “la brújula la lleva el muerto”, un largometraje que promete, pero que no se ha logrado gracias a los nulos apoyos a producciones mexicanas y los nulos apoyos a los proyectos locales. Paradojal. El estado de Guanajuato mantiene una dirección de filmaciones que sirve para... ¡Hacer un festival A.C! El Chango es uno de esos directores de cine que indagan en lo oscuro, que en su búsqueda constante plasman elementos políticamente incorrectos y ricos en expresiones artísticas. Amat Escalante se arrojó a Cannes en 2005 con la película “Sangre”, sin apoyo de gobierno alguno lo que le dejó un premio de la crítica especializada en Francia. El apoyo discreto para esta producción lo consiguió con recursos holandeses. En el caso de Rolando Briseño, un estupendo documentalista, que fue condecorado con el premio ATEI (Muestra Iberoamericana de Televisión y video educativo, científico y cultural) en 2005 y el documental Manos Guanajuatenses, también un reconocimiento iberoamericano, ha sido condenado al ostracismo y quizá a la censura, gracias, por supuesto a sus superiores.
Pero la falta de apoyo a producciones cinematográficas no es nueva, se conjuga con la política metrosexual de las autoridades culturales en la región, quienes dictan los proyectos de la moda culterana que a ellos les place y el encumbramiento de falsos profetas. Ninguna entelequia cultural ha reparado en apoyar a los talentosos cineastas a pesar de los blasones con los que cuentan; una larga lista de producciones, reconocimientos y experiencia a nivel internacional no bastan. ¿Qué basta? ¿Llenar el formulario?, ¿el manual de procedimientos?, ¿Checar la tarjeta? Basura.
Como varios proyectos nacionales, los vergonzosos resultados en materia de educación y deporte, se suma, al parecer a la lista de fracasos, la responsabilidad de los dirigentes para generar y apoyar a guanajuatenses, a expresiones artísticas, a propuestas culturales, sin embargo se decantan a promocionar sus proyectos, a domar la expresión, a poner puertas al campo. Si un proyecto no encaja en el manual de cultura o en la moda que intentan colocar en el mercado de las cifras, nomás no hay apoyo.
Parodiando a Eduardo Galeano, podemos decir que en el mundo de la cultura, es un mundo al revés; castiga el trabajo, desprecia la honestidad y censura al arte en pos de sus políticas para la cultura. Los nombres de los emigrantes culturales son muchos. Demasiadas puertas cerradas en el ámbito local, lo que empobrece el capital intelectual de un pueblo. Y eso nos empobrece.
Se sabe, el apoyo para estos jóvenes cineastas vendrá de fuera o no vendrá.
El último proyecto de Pons era “la brújula la lleva el muerto”, un largometraje que promete, pero que no se ha logrado gracias a los nulos apoyos a producciones mexicanas y los nulos apoyos a los proyectos locales. Paradojal. El estado de Guanajuato mantiene una dirección de filmaciones que sirve para... ¡Hacer un festival A.C! El Chango es uno de esos directores de cine que indagan en lo oscuro, que en su búsqueda constante plasman elementos políticamente incorrectos y ricos en expresiones artísticas. Amat Escalante se arrojó a Cannes en 2005 con la película “Sangre”, sin apoyo de gobierno alguno lo que le dejó un premio de la crítica especializada en Francia. El apoyo discreto para esta producción lo consiguió con recursos holandeses. En el caso de Rolando Briseño, un estupendo documentalista, que fue condecorado con el premio ATEI (Muestra Iberoamericana de Televisión y video educativo, científico y cultural) en 2005 y el documental Manos Guanajuatenses, también un reconocimiento iberoamericano, ha sido condenado al ostracismo y quizá a la censura, gracias, por supuesto a sus superiores.
Pero la falta de apoyo a producciones cinematográficas no es nueva, se conjuga con la política metrosexual de las autoridades culturales en la región, quienes dictan los proyectos de la moda culterana que a ellos les place y el encumbramiento de falsos profetas. Ninguna entelequia cultural ha reparado en apoyar a los talentosos cineastas a pesar de los blasones con los que cuentan; una larga lista de producciones, reconocimientos y experiencia a nivel internacional no bastan. ¿Qué basta? ¿Llenar el formulario?, ¿el manual de procedimientos?, ¿Checar la tarjeta? Basura.
Como varios proyectos nacionales, los vergonzosos resultados en materia de educación y deporte, se suma, al parecer a la lista de fracasos, la responsabilidad de los dirigentes para generar y apoyar a guanajuatenses, a expresiones artísticas, a propuestas culturales, sin embargo se decantan a promocionar sus proyectos, a domar la expresión, a poner puertas al campo. Si un proyecto no encaja en el manual de cultura o en la moda que intentan colocar en el mercado de las cifras, nomás no hay apoyo.
Parodiando a Eduardo Galeano, podemos decir que en el mundo de la cultura, es un mundo al revés; castiga el trabajo, desprecia la honestidad y censura al arte en pos de sus políticas para la cultura. Los nombres de los emigrantes culturales son muchos. Demasiadas puertas cerradas en el ámbito local, lo que empobrece el capital intelectual de un pueblo. Y eso nos empobrece.
Se sabe, el apoyo para estos jóvenes cineastas vendrá de fuera o no vendrá.