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Mostrando entradas de agosto, 2012

La revista Ficcionalia de cuento en E ERR E

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Este jueves 30 de Agosto se presenta en E ERRE E ¡Felicidades a los organizadores!...

Miedo de los tropezados

“Espectador a la fuerza, veo a los contendientes que inician la lucha y quiero estar de parte de ninguno. Porque yo también soy dos: el que pega y el que recibe las bofetadas.” J.J Arreola Corría en el sendero matutino del parque el Cantador y los Pastitos. En el ipod escuchaba un lejano Joaquín Sabina y sus peces de ciudad cuando rebasé los primeros 2 kilómetros que apuntaban a hilvanar una idea borrosa que esbozara un cuento. O un libro. Quizá nada. Pensaba que al kilómetro 6, seguramente ya habría concentrado las energías para el último esfuerzo, ese en donde no cabe ninguna idea; los músculos serían un ejército mermado pero fiel, para terminar de una vez por todas el recorrido que había diseñado desde la noche anterior; los músculos estarían a punto del motín así que debería recordar las ideas que surgen en los primero kilómetros. Mi mente procuraría avanzar como en una jungla húmeda donde cada parte del cuerpo se comprime en un sólo movimiento. La respiración.  A pesa

Revista Ficcionalia

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Arranca el primer número de la Revista Ficcionalia...  En esta edición: Nadia Villafuerte Arturo "Chango" Pons Enrique Rangel Jeremías Ramírez Daniel Ayala Bertoglio Gerardo Sifuentes Ricardo García Muñoz

Contra reloj

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Acabamos de hacer el amor y pronto, como una lágrima en mitad de la mejilla quedamos mondos de emoción. Habrían llegado a nuestros ojos la brillantez del orgasmo, la piel erizada, aun caliente, batiéndose entre un rubor y el nomeolvides, los destellos blancos de los recortes de video tape donde gemíamos- danzábamos, trepamos y caímos en una cueva honda y azul. Luego la asfixia. Los pulmones cazando grandes bocanadas de aire revuelto. A sabiendas, la sangre regresa a sus rincones mientras el sudor rellena los poros. Decidimos entonces no dormir, espantar la pesadez de las pupilas con un cigarro. Las paredes de la habitación parecían cristales de cuarzo y esa frialdad entumió la sorpresa, el punto y seguido de ese momento de la vida. Éramos carne volcada a la intimidad de nuestras miradas. Aplanadoras, rebanadoras, las miradas congelan y asesinan. Estábamos desnudos y la pena vino a surtirnos de espanto. Para eso estaban las sábanas. Los calzones que no encontramos, la playera larga,