Escritores teloneros
Leía un texto de André Jute donde contaba una anécdota y decía que alguna vez un premio Nobel le dijo que en seis manzanas a la redonda del bar en el que se hallaban, había cientos de escritores mejores que ellos. La diferencia entre los autores publicados y los inéditos, era simplemente que los autores publicados se sientan y escriben al menos una página al día, o diez páginas o las que fueran, y que no se levantan de la silla hasta haberlas terminado.
Está de más decir que estoy de acuerdo. En esas andaba. Entonces enredado en alguna extraña conversación con alguien que ha sido jurado en concursos literarios, salió a colación la anterior anécdota de André Jute porque me preguntó, -¿Qué tal, y tu escribe y escribe?¬- y entonces con toda la seguridad del mundo le dije que sí. Me miró con sorna e hizo una mueca de: ¿Ñaaaaa, a poco? Acto seguido, sonrió. Imagino que pensó en un momento que iba a decir que no escribía por una falsa modestia o porque decir que uno escribe es como colgarse un medallón para presumirlo. La verdad es que hace unos años tengo el hábito de escribir diariamente, y lo hago únicamente porque es muy divertido y porque es como el ejercicio diario. Treinta minutos al día son saludables.
Cuando el Juez de literatura se fue, recordé a los escritores Teloneros, esos que como las bandas de garaje, hacen sus acrobacias de vez en cuando. A veces les salen cosas bien intencionadas aunque son perezosos, son turistas de las letras. Eso sí, en caso de que exista una conferencia con un Writing star, seguro serán los primeros en sentarse frente al telón. Harán preguntas interesantísimas y tomarán apuntes para su diario. Se codean con los caciques de la cultura y con los jueces de literatura para probar la teoría de la ósmosis, algo se les pegará nomás por andar con gente “bien culta”. Los teloneros andan por todos lados con un escrito que les convence que son escritores. Son más críticos que creadores. Son como los malos vinos que hacen excelentes vinagres.
Un famoso editor dijo una vez: “no me traigan ninguna primera novela, tráiganme ocho novelas”