El amor de Hortera
Marlene; rubia oxigenada, mesera de rompe y rasga, uñas pintadas con margaritas y boca de fresa, nació en León de los Aldama, una noche de San Arcadio, justo en la cabañuela de invierno.
Según decía su padre, nació con el corazón frío y las manos calientes. Su madre murió cuando ella cumplió su séptimo aniversario a pesar de haber peregrinado hasta el Tlacote para beber agua milagrosa, pero el cáncer fue implacable. Desde entonces no cree en brujas, ni en limpias, ni en hechiceros. Es atea ortodoxa. Cree en el dinero rápido y fácil. Es directa y dura, sin complicaciones. Lo bueno es lo bueno.
Conoció a Ramón Hortera en una redada nocturna. Apenas tocó sus manos ardientes para cerrar las esposas supo que su suerte estaba echada. Marlene… y sucumbió a la poesía que robó de un poeta muerto.
tus pupilas caóticas y hurañas
destellan cuando escuchan el suspiro
que sale desgarrando las entrañas
y mientras yo agonizo, tú sedienta,
finges un negro y pertinaz vampiro
que de mi sangre ardiente se sustenta