MUERE PINCHADISCOS
Si los actos creativos y meritorios tuvieran eco en esta ciudad, otro gallo cantaría. Sin embargo, las propuestas novedosas parecen ser bofetadas al abolengo de la mediocridad, al callo de la senectud, a la artritis de la intelectualidad. Duele que muera un programa de radio, que hacía, eso, radio. Un programa que a todas luces inyectó una bocanada de oxígeno para un auditorio de treintañeros que necesitamos musica clásica, del siglo pasado y lejos de cortejos fúnebres radiofónicos. Queda claro que a los puristas de la música bailaban en las discotecas con oberturas de Brahams y hacen el amor en silencio, a oscuras y con tres minútos como récord. Queda claro que lo que un día fue popular, hoy se considera clásico. Queda claro que confunden lo clásico con lo sinfónico. Queda claro que se muere para renacer. Queda claro que una generación X seguirá disfrutando de el pinchadiscos que se lleva dentro, en la intimidad de su consola, de su acetato y de sus rolas que si no van bien para salir