Viaje
Dos de la tarde. En el camino que lleva al Mineral de la Luz se despierta un capullo de aire muerto. Por alguna razón decidí ir a buscar los vestigios de las historias familiares, los orígenes de mis ancestros, los andamios de mi memoria. Contaba una tía abuela que el Mineral de La Luz sufrió de una maldición de un monje. En este lugar no quedará piedra sobre piedra. Las llantas de la camioneta arremetan contra piedras flojas. Es como patinar en hielo. Los cerros pelones, quemados por el frío arrojan la increíble historia de que alguna vez ese Mineral tuvo un auge y una bonanza minera, lo cierto es que nada queda para demostrar la galanura. El camino cinerario se levanta entre polvaredas de otros autos que viajan a las minas adyacentes y se extravían en las laderas de la sierra. El viajero sabe que viajar es un naufragio por las cavernas de uno mismo. El turista visita lugares. Al cabo de media hora aparece por fin la desviación al Mineral. Hundo el acelerador para acercarme a la manch