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Mostrando entradas de enero, 2013

Sueños de fútbol

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Esta historia va más o menos así: era el tiempo en el que  yo soñaba con ser futbolista y dedicaba gran parte de mis tardes a sustituir las tareas de la escuela por juegos de fútbol callejero. La plaza de San Fernando era el empedrado sagrado que emulaba el estadio Maracaná o al Azteca. Allí, en el cuadrilátero pétreo de loza moteada, serpenteaba una cancha imaginaria perfecta donde cada tarde se instalaban las porterías nomás sonaban las seis con los campanazos de la iglesia de San Roque. Señalábamos los travesaños con suéteres separados uno del otro por diez pasos medidos y reglamentados por el ángulo que formaba los pies del Vala. Con el clásico volado, se iban armando los equipos; el ganador iba de mano para escoger al mejor jugador, que siempre era el delantero o el portero y así, en equilibrio de fuerza, se integraban dos bandos. Los últimos, se sabe, eran los rellenos del equipo que corrían felizmente tras la pelota, generalmente sin tocarla. Disputamos