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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Notas sueltas

Continúa con tu búsqueda, olfateando, sintiéndo. En algún rincón de la infancia dejamos arrumbados los sueños para entrar en la vida con la regla y el número exacto; nos quedamos con la norma y sin el calor del nido que le pone alas al ensueño poético. Imprime, cuadro por cuadro, Jacquot de Nantes, arabescos de infancia en tu película virgen. La cuestión no está en atinar, sino en modificar la mira. Cristian Jean. A punto estaba de romper estos apuntes de juventud. Allá por el principio de los años noventa, en la escamada tierra de nadie. Cuando vivía en León y el acto de escribir me causaba angustia, nieve, desolación. Cuando lejos de un juego amable, era una terquedad que aprieta las manos, lo difícil era entonces escribir un texto fácil. Me deslumbraban con singular alegría, los libros que entonces apresuraba por terminar, los autores que no conocía, los Borges, los cortázares, el amado Vargas Llosa que se desplazaba por las tierras de la literatura como un pez en el agua. Sencillez

Archipiélago

Ahora recuerdo. Una tarde el mar estaba en mi habitación. La marea aun baja. Hombres a la deriva, empeñados en nadar hasta la única tabla de salvación, un madero podrido en el que me asía fuertemente para no descender a los infiernos. Los hombres peleaban un lugar en el metro y medio de larguero. Mi corazón indecente no quiso echarles la mano. -Ora, perros, a nadar-. Grité. El azar llevó un tifón embravecido para sacudirme del madero como un toro al jinete. Cuando una ola cambió mi posición. Estaba nadando en aguas profundas. Los hombres dieron unas fuertes brazadas y llegaron al madero. ¿Quién es el perro? Dijo uno. Mis piernas flotaban entre la densidad marina de la habitación. Una lámpara de mesa pasó flotando a un a lado. Si no muero ahogado, muero electrocutado. Llené mis pulmones hasta el máximo para luego sumergirme al fondo gris. Abrí los ojos. Mi cama, estaba tendida. El closet cerrado. No había otra cosa que flotara. Perdí el minuto de oxígeno haciendo malabares para hundirme